Pollo rustido a la catalana

No me puedo creer que tuviera pendiente publicar la receta del pollo rustido de mi casa, hecho a base de paciencia y muy buenos productos.

Hay tantas recetas de pollo a la catalana como cocineras. Posiblemente el de hoy sea el más simple de todos. Por lo general tampoco le añado patatas fritas, esa es una aportación de última hora pero le da un plus al plato. En realidad lo que más necesita es hacerlo con mucho mimo y preparar una buena barra de pan crujiente para mojar en la rica salsa.

Sin embargo tengo que resaltar una coincidencia que tienen todos los rustidos "a la catalana", o que por lo menos debe tenerse en consideración para serlo y es que el tomate y la cebolla (si la lleva) deben estar bien confitados. 

Ingredientes

Un pollo muy tierno de 1 kg aprox. (peso sin alas ni espinazo)

350 g de cebollas de Figueras o tiernas

180 g de tomate de huerta en su punto de maduración

6 ajos secos

Patatas (opcional)

Tomillo fresco o laurel (opcional)

200 ml de caldo de pollo desengrasado

Sal
Pimienta negra

Aceite de oliva

Limpiar bien el pollo de plumas, grasa sobrante, y todo lo que haya en su interior que pueda dar mal sabor o afear el plato. No obstante hay que dejar la piel que lo recubre.

Cortar a cuartos. Reservar el espinazo y las alas para caldo. Trocear los cuartos en cuatro o cinco trozos. Sazonar con sal y pimienta negra.

En una cazuela amplia con 1/2 dedo de aceite sofreír los dientes de ajo ligeramente machacados. Retirar. 

En el mismo aceite (a fuego medio) sofreír el pollo por tandas hasta que se dore por todos los lados. Cuidar el fuego, no debe quemarse el aceite porque necesitamos un bonito color de fondo para la salsa. Reservar.

Trocear las cebollas a tiras gruesas y los tomates a cuartos (según tamaño).

A continuación cocinar la cebolla a fuego lento hasta que empiece a tomar color. Añadir el tomate. Condimentar con un poco de sal y dos hojas de laurel, o una ramita de tomillo, si habéis decidido ponerlo. Seguir cocinando hasta que el tomate esté confitado por completo. 

Añadir el pollo junto con el jugo que haya soltado. Remover para que se mezclen los sabores. Añadir el caldo. Tapar y guisar a fuego muy lento hasta que la salsa esté a vuestro gusto y el pollo tierno. 

Si queréis que el pollo quede mucho más tierno y no queda līquido hay que añadir al guiso tres o cuatro cucharadas de agua según ésta se vaya evaporando. Podéis alargar así el tiempo de cocción (añadiendo cucharaditas de agua)  hasta que la carne esté a vuestro gusto. Esto requiere que no os vayáis muy lejos, pero os aseguro que el resultado es excelente porque el guiso se confita lentamente y adquiere un sabor inigualable.

En la cuarta fotografía se puede ver el jugo del guiso turbio. En la fotografía siguiente ya se ha evaporado todo el agua y el aceite aflora. El tomate y la cebolla se han convertido en una sabrosa mermelada de huerta.

Está mucho más bueno con algunas horas de reposo o de un día para otro.

Servir el rustido acompañado de unas patatas fritas a tacos. Condimentar con unas hojas de tomillo fresco.