Croquetas de queso de cabra y tomates secos

 El Recetario Mañoso y sus nuevos anfitriones para el mes de marzo, Laura y Pedro, del blog Cacharreando en mi cocina, esta vez de la mano de nuestra querida mañosa Maria Pilar del blog Cocinica de Benas, nos propusieron que aportáramos ideas para utilizar el tomate seco en nuestra cocina.

En un recetario que se precie no pueden faltar las croquetas y como no he visto ninguna  receta publicada de croquetas con tomate seco he pensado que sería una buena ocasión para hacerlas.

Para su elaboración he preparado un fondo de sofrito al que he añadido queso de cabra fresco. El resultado es una croqueta muy sabrosa y suave al paladar ideal para tomar como aperitivo.

También estuve barajando otras combinaciones de alimentos como pueden ser el tomate seco/pollo rustido, tomate seco/setas, tomate seco/beicon, bolitas de arroz/hortalizas/tomate seco, bolitas de patata/beicon/cebolla/tomate seco. Todas ellas podrían quedar bien, pero al final me incliné por la de queso porque nunca había hecho ninguna.

En cualquier caso una croqueta bien elaborada es uno de los bocaditos más populares en nuestro país. Todo un lujo que levanta pasiones en cualquier mesa donde se sirva.

Ingredientes para 30 croquetas 

Las medidas están muy ajustadas, las podéis doblar, pero no es aconsejable cambiarlas

150 g de tomates secos 

250 g de queso de cabra de rulo 

100 g de cebolla

25 ml. de aceite de oliva

50 g de mantequilla

60 g de harina blanca

400 ml. de leche entera

Pimienta negra de molinillo

 Pan rallado (250 g)
Harina blanca para el rebozado

2 huevos grandes

Sal

Lavar los tomates secos. Poner a remojar en agua tibia de un día para otro, o bien los ponéis a hervir por espacio de dos minutos y dejáis que se enfríen en la misma agua de cocción. En los dos casos, escurrir y secar bien el tomate con un papel de cocina antes de su utilización.

Cortar los tomates secos a trozos, quitando las partes duras, el nervio central, y las semillas.

Cortar la cebolla en juliana. Retirar la envoltura blanca que acostumbra a llevar el queso de cabra. Necesitamos 200 g limpios de queso. 

El sofrito: En una sartén honda sofreír la cebolla a fuego lento hasta que se dore ligeramente. 

Añadir los tomates troceados. Condimentar con un poco de sal y pimienta negra de molinillo. Freír el tomate, siempre a fuego lento, hasta que éste haya perdido toda su humedad y empiece a dorarse.

 Este paso es imprescindible, si dejáis el sofrito crudo el sabor del fondo perderá mucho. A continuación triturar todo y reservar.

La bechamel:  En la misma sarten, a fuego lento, verter el aceite y la mantequilla. Cuando ésta se haya deshecho echar la harina. Remover con unas varillas para que se integre con los elementos grasos. Sin dejar de remover cocinar unos instantes (tiene que burbujear).

A continuación, removiendo siempre para que no se formen grumos, verter la leche caliente poco a poco. Cocinar por espacio de unos minutos hasta que la bechamel se despegue de la sartén.

Introducir el sofrito y el queso de cabra troceado en la bechamel. Mezclar.

Verter la masa en una bandeja o cuenco, Tapar con un papel film pegado literalmente a la superficie para que no se forme costra. Tapar también el recipiente y guardar en la nevera hasta que esté completamente fría.

Es preferible hacer la masa de un día para otro, puesto que estará mucho más dura y será más fácil de trabajar.

Ya solo nos queda dar forma a las croquetas. Las podéis hacer alargadas, o redondas, pero si son para aperitivo es preferible que no sean demasiado grandes.

Os podéis ayudar de dos cucharas soperas. Cogéis la masa con una de ellas y la volteáis de una a otra hasta conseguir una forma alargada. Para las redondas se puede emplear los cuencos con pestaña que se usan para coger el helado y formar bolitas. Los hay de varios tamaños. 

Pasar la croqueta por harina blanca. A continuación por el huevo batido condimentado con un poco de sal. Ayudaros de dos tenedores, os ensuciaréis menos las manos. Para finalizar introducir la croqueta en un recipiente con abundante pan rallado. Hacer un ligero movimiento de zig zag en el recipiente para que las croquetas queden bien impregnadas. 

Si no las vais a cocinar al momento guardar en la nevera sobre una superficie plana cubiertas con un poco de pan rallado para que se vayan secando hasta el momento de freír. Al ser una masa muy blanda, debido a la grasa del queso de cabra, si cogen temperatura pierden la forma simplemente con apoyarlas en una superficie dura.

Calentar abundante aceite en una sarten honda de tamaño medio. El aceite no debe quemarse en ninguna circunstancia pero si debe estar muy caliente.

La temperatura del aceite es fundamental para que las croquetas no se abran al freir. Tampoco cocinéis muchas a la vez, pues eso hará que la temperatura baje y se os deshagan. Cuatro unidades a la vez son suficientes si no sois muy expertas.

Las croquetas solo deben dorarse por fuera puesto que el interior ya está cocinado. Así que se trata de tenerlas unos segundos en el aceite hasta que adquieran buen color. Recordar dar la vuelta (yo lo hago con un tenedor y una cuchara).

Según se vayan haciendo, pasar a un plato cubierto con papel de cocina para que escurran el aceite sobrante. No apelotonar para que no pierdan forma y no cojan grasa unas de otras.

Mejor servir recién hechas. Si son para aperitivo, colocar en varios recipientes de tamaño pequeño.

Observaciones: suelo hacer las croquetas caseras con Thermomix.  Pero esta vez, a parte de que he hecho una cantidad muy pequeña, necesitaba que la cebolla y el tomate estuvieran más sofritos que de costumbre y por esa razón lo he cocinado todo a mano. No obstante se puede hacer el sofrito en la sarten y en los siguientes pasos continuar con el robot de cocina.

Para dar forma a las croquetas me he ayudado de una máquina que compré hace tiempo y que no solo ahorra muchísimo trabajo sino que anima a hacer más cantidad de croquetas de una vez. Eso permite incluso tener un buen surtido de ellas en el congelador para las emergencias.

Croquetas de cocido al curry